Recetas estrella Vol IV.

Buenos días!! Es San Viernes por fín!! Síííííííííí!!!

Antes de seguir con la entrada de hoy, tengo que agradeceros mucho, mucho y mucho las visitas y comentarios de la entrada del miércoles. Me encanta que aparezca el debate, los distintos puntos de vista y la reflexión que, creo, son el fin último de la palabra: aprender. He intentado responder a vuestros puntos de vista sobre el post desde mi humilde opinión y dejo abierta la opción de que me respondáis, objetéis y rebatáis lo que he dicho, porque eso es lo que hace que este blog esté vivo, vibrante y con ganas de seguir, porque un blog no es nada si no hay nadie al otro lado que reciba, aporte y opine...
Muchas gracias amig@s!!

En compensación por vuestra generosidad, hoy os traigo una receta muy, muy, muy fácil y muy, muy sabrosa...

Hace años (en el 2006, casi que "na", jejeje...) fui a la boda de mi amiga Mariquilla en Los Santos de Maimona (un pueblo de Badajoz), una boda espectacular para una persona espectacular, mi querida y gran amiga Mariquilla, que a pesar de que apenas nos vemos tiene un lugar especial en mi corazón y cada vez que hablamos es como si no hubiese pasado el tiempo... No creo que lea esto, pues ni siquiera sabe que tengo un blog, pero aún así lo grito a los cuatro vientos: Te quiero, guapetona!! Que tienes más arte!!... cómo os decía, que me pierdo, jejeje... fui a la boda de mi amiga Mariquilla y nos pusieron un plato que nunca había probado y que estaba para caerse de la silla: langostinos a la sal...

Ya se que diréis, pues vaya receta, si es más antigua... pues sí  seguramente, pero a mí me encanta... Yo hasta entonces había probado lo típico, la dorada o lubina a la sal, pero nunca se me había ocurrido que los langostinos también se podían hacer, y desde ese día, es un plato de celebración y hemos ido ampliando el género, hacemos gambitas de huelva, langostinos e incluso gambones, que, para mí, son los más sabrosos...

Por eso hoy os traigo esta receta tan fácil y tan sabrosona, Gambones a la sal, que aunque es facilísima, hay que tener en cuenta un par de detalles para que queden en su punto y los disfrutemos al máximo...

Lo primero son los ingredientes, que son poquitos y bastante asequibles. Para cuatro personas con un kilo de gambones nos sobra, y teniendo en cuenta que su precio oscila entre los 6 (en Mercadona y Carrefour os haymuchas veces a 5,95 euros y son de buena calidad) y los 10-12 euros, pues es un plato bastante normalito... Necesitamos también dos kilos de sal de hornear. Desconozco si la habéis comprado alguna vez, pero este es un detalle importante a tener en cuenta.

Tenemos dos opciones, la sal gorda o la sal de hornear. La sal gorda es más económica pero en ocasiones aunque sea gorda no es todo lo que debería ser, por eso es mejor comprar la sal de hornear (total los dos kilos suelen costar un euro y poco, que tampoco es nada del otro mundo...) pues ésta, al tener los granos de sal más gorditos hacen que se desgranen menos, que nos sea más fácil sacar los gambones y, además, se "pega" menos a ellos, con lo cual el punto de sal es perfecto...

Pues eso, una vez tenemos los ingredientes cogemos una bandeja de horno (lo ponemos a precalentar a unos 180-190 grados) y ponemos un papel de horno (ya conocéis mi manía de manchar las bandejas lo menos posible...) y encima del papel de horno una capa de sal de un centímetro aproximadamente.

Encima de esta capa colocamos los gambones y volvemos a tapar con otro centímetro de sal, tienen que quedar bien cubiertos para que se hagan todos por igual.

Una vez tapados, humedecemos la capa superior de la sal y lo metemos al horno. ¿Cual es el secreto para saber cuando están perfectamente hechos pero sin pasarse? Pues el secreto está en controlar la capa superior de la sal, cuando está dura y ha formado costra, ese es el momento justo de sacar los gambones del horno...

Yo los suelo hacer en el horno pequeñito (de esos del Lidl) porque calienta antes que el grande y tampoco suelo hacer para muchas personas y más o menos calculo unos 7 minutos dentro del horno....

Se saca la bandeja, se retira la capa superior de la sal (como ha formado costra es bastante fácil) y al ser sal especial para hornear se hace una capa firme, lo que no ocurre con la sal gorda... (La foto que os pongo es de un día que no tenía sal de hornear y lo hice con sal gorda, por eso me ha costado más quitar la capa superior...)

Se sirve así mismo, en la sal, para que siga conservando el calor y, al haber quitado la capa superior, dejan de cocinarse... (Aquí os muestro unos fuera de la sal porque los saqué enseguida para comerlos, jajaja)

Como siempre, y aunque ya os he dado pistas, algunas variantes:

- Se puede hacer con gambas, langostinos, gambones, cigalas,carabineros, etc, etc... con lo que queráis, el punto exacto de cocción lo marca la costra de sal...

- Se puede mezclar la sal con perejil picado, ajo y pimienta molida y el resultado es más sabroso, pero a mí me gusta el tradicional, que es como se aprecia mejor el sabor del marisco...

- Lo mejor es degustar al momento, asi que si tenéis invitados, tened la bandeja preparada y el horno precalentado y metedlos justo en el momento de empezar a cenar, porque tardan entre 6 y 10 minutos en hacerse, según el horno, y lo mejor es comerlos calentitos y recién hechos, en cuanto se enfrían dejan de estar tan jugositos...

Pues nada, que espero que os haya gustado esta receta y que la pongáis en práctica porque para ésta no hay excusa: ni engorda, ni tiene dificultad ni se ensucia nada... asi que... ¡manos a la obra!

Por cierto, podéis apreciar en las fotos que me lo he currado poco, pero es que a mí me encanta la comida muy muy caliente, que queme y si me enredo a hacer presentaciones, se me enfría y ya no la disfruto, asi que lo siento, tendré que ir mejorando poco a poco, pero por ahora priman las ganas de comérmelo, jajajajaja...

Besos y buen fin de semana!!